Ofrecimiento Ya vengo Jesús amado, a considerar contrito, aquel amor infinito que en la cruz me habéis mostrado Haced, Redentor llagado, que vuestra Santa Pasión sea para el corazón luz que lo guie hacia el cielo, fuente viva de consuelo y esperanza de perdón. II Jesús carga con la cruz
Ya Jesús a Morir va con marcha lenta y penosa, vertiendo sangre preciosa en cada paso que da. No la cruz de los judíos causa su dolor profundo; son los pecados del mundo, y son los pecados míos.
IV Jesús se encuentra con su madre ¡Qué dolor debió sentir María al ver a Jesús!, que, cargado con la cruz, iba al Calvario a morir. ¡Oh María, Virgen pura! ¡Oh Jesús entristecido! Perdonadme, que yo he sido causa de vuestra amargura.
VI Verónica enjuga el rostro de Jesús Una mujer esforzada sale al medio del camino, y enjuga el rostro divino, sin miedo a la turba airada. Yo, a veces, siento el afán de ser virtuoso también, y dejo de hacer el bien por temor al qué dirán.
VIII Jesús consuela a las mujeres A las hijas de Sión, que lloran amargamente, les manda Dios, dulcemente, que no lloren su Pasión; pues si Dios está afligido de ver al hombre pecar, más importante es llorar el pecado cometido. X Jesús despojado de sus vestidos
Ponen sus manos impuras sobre Jesús los sayones, y le arrancan a estirones sus sagradas vestiduras; y al verse desnudo así, el Rey de la Creación acepta esa confusión y la ofrece a Dios por mí. XII Jesús muere en la cruz
¡Ya está en alto levantada la Víctima del amor! ¡Ya agoniza el Salvador! ¡Ya se enturbia su mirada! Su cuerpo tórnase yerto, ¡ya su cabeza se inclina! No hay vida en su faz divina, ¡Ya va a morir! ¡Ya se ha muerto! XIV Jesús es sepultado
Aquel cuerpo inanimado, templo de un alma preciosa, es puesto sobre la losa… y todo se ha consumado. No resta sino exclamar, ante este sepulcro abierto: ¡oh Dios, por mis culpas muerto, antes morir que pecar!
| I Jesús condenado a muerte
Al Dios bueno, santo y fuerte. que da a los hombres la vida, juzgan como a un homicida, y le condenan a muerte. Y Él, queriéndome salvar con su divina obediencia, aunque es cruel la sentencia la acepta sin vacilar.
III Jesús cae por primera vez
Oprimido el Rey del cielo por madero tan pesado se inclina, todo angustiado, y cae por fin al suelo. Si quieres tú pecador, ayudarle a levantar, deja luego de pecar, y conviértete al Señor. V Jesús ayudado por el Cirineo
Temiendo que muera el reo, si en su ayuda no se acude, llaman para que le ayude a Simón el Cirineo. No es necesario llamar a ese piadoso judío, ¡dadme vuestra cruz, Díos mío, que yo la quiero llevar! VII Jesús cae por segunda vez
Casi sin fuerza y sin vida por lo acervo del dolor, da mi amable Salvador una segunda caída. ¿Señor, si vais a caer, tended hacia mí la mano, que sois mi Padre y mi Hermano y os quiero yo sostener! IX Jesús cae por tercera vez
¿Cómo no compadecer al Redentor amoroso, cuando camina, angustioso, y cae y vuelve a caer? Si esas caídas, Señor, efecto son del pecado, ¡sufra y sea despreciado este indigno pecador! XI Jesús es clavado en la cruz
Los verdugos inhumanos al inocente Cordero lo tienden sobre el madero y le clavan pies y manos. ¡Oh, Crucificado amable, mi Rey, mi Padre y mi Dios, dejadme morir con Vos, porque yo soy el culpable! XIII Jesús en los brazos de su madre Contempla el Verbo del Padre, por nosotros humanado, exánime y desangrado en los brazos de su Madre. Perdón, ¡oh Reina afligida! madre del muerto en la cruz, porque tú le diste a luz, y yo le quité la vida. XV Jesús es Dios resucitado
Nunca permite el Señor, en su bondad dulce y tierna, que sea la noche eterna ni interminable el dolor. Y así, nuestro Dios amado, muerto tras larga agonía, se convirtió al tercer día, en un Dios resucitado. |
Nuestro Vía crucis
Ofrecemos aquí los textos de nuestro Vía crucis que discurre por las calles del barrio de Capuchinos.